jueves, 28 de octubre de 2010

En Cristo Tengo Identidad! In Jesus Christ i have identity!


Muchas veces cambiamos nuestro aspecto, en momentos drásticamente y hacemos creer a otros lo que no somos para aveces ser aceptados, o por orgullo, por no valorarnos y demás... pero sabes que? somos unicos! y en Dios tenemos identidad! mira este video...

Somos la obra maestra de Dios!!!, chequea esto: http://www.youtube.com/watch?v=QyUqa6JLdmw

We are the masterpiece of God!!!, look at this: http://vodpod.com/watch/4681234-el-cincel-de-dios


domingo, 24 de octubre de 2010

El precio del rencor

El pobre hombre se había convertido, casi sin pensarlo, en un carcelero.
No es que fuera esa su verdadera vocación, ni aquello a lo que aspiraba llegar,
sino que las circunstancias lo habían empujado a esto.

A lo largo de su vida fue reuniendo una gran colección de objetos oscuros
hasta que fueron tantos que necesitó ubicarlos en algún lugar.
Entonces, uno por uno los fue llevando a través de un largo y estrecho túnel para encerrarlos en la celda. Y allí está él ahora, sentado del lado de afuera de la reja, observando, vigilando.

En la celda se apiñan los objetos de su rencor, de su enfado y de su aflicción
Allí están todos, algunos ya viejos, otros más recientes. Todos aquellos que ofendieron, abandonaron, prejuzgaron, hirieron, ignoraron, engañaron, golpearon... Encerrados, presos de su resentimiento.

Él los observa, uno por uno, y al hacerlo es como si todo reviviera, puede sentir de nuevo el dolor, la humillación, la tristeza. Pero sigue allí, mascullando su ira sin darse cuenta que él mismo está tan preso como ellos.

Tal vez pensó que al hacerlos sus prisioneros se sentiría mejor, quizás podría sentirse vengado, tal vez creería que se hizo justicia. Pero el dulce sabor de la venganza que soñó es en realidad un gusto
amargo que no puede quitar.

No hay satisfacción, no hay alivio para el dolor y no sabe cómo librarse. No puede dejarlos ir, no sería justo.

Hace tanto tiempo que los tiene allí… Los conoce bien. Sabe sus nombres. Recuerda cada fecha, cada circunstancia y cada día vuelve a transitar por el túnel para aferrarse a la reja y vigilarlos.

No gana nada con esto, él lo sabe muy bien. Al contrario, su oficio de guardián le insume tanto tiempo y tantas energías que no le quedan ganas de hacer nada más. Nada de planes, nada de proyectos de vida, nada de futuro... Sólo volver y volver sobre las heridas del pasado, una y otra vez, sentir un renovado dolor y sangrar. Se le nota en la mirada.

Está enfermo. Se puede ver en cada gesto, en cada arruga que se inclina como un surco profundo hacia el mentón. ¡Qué ironía! Si hasta sus prisioneros parecen gozar de mejor salud.

Después de todo cada día los visita y los atiende.
En cambio él se ha quedado solo desde que los más cercanos se alejaron a consecuencia de la amargura que sale de su boca. Ha persistido en el rencor y está pagando un alto precio por eso: soledad y su propio encarcelamiento... Y aún cuando añora salir de esta situación, no puede, no sabe... ¿o no quiere?

A veces, cuando el cansancio lo agobia, rebusca en su bolsillo y saca la llave. Es una pequeña llave con una inscripción grabada en su costado: “Perdón”.  La mira y la hace girar en su mano, como jugando, observando, pensando...

Poco a poco, como un eco lejano que viene desde los rincones más escondidos de su memoria, llegan unas palabras que alguna vez recitó cuando era niño.

Ya casi las había olvidado: “...y perdona nuestras ofensas...como nosotros también hemos perdonado...”

 Perdón... Perdona... Perdonar...

Las palabras parecen rebotar en las estrechas paredes del túnel y aparecen nuevos ecos cambiantes...

“¡Sé libre...! ¡Déjalos en libertad...! Libres... Libéralos... Libérate...

Pero, ¿cómo podría? Sus sentimientos le gritan en contra... “¡No, no, no! ¿No recuerdas...?

¡Recuerda! ¡Recuerda lo que te hicieron!” Pero aquella voz insiste... “Usa la llave, usa el perdón y entonces serás libre... ¡Decide! No importa lo que sientas, porque el acto de perdonar no es un
sentimiento, sino una decisión. ¡Tómala ahora! ¿Qué vas a esperar? Esos viejos rencores te están matando... ¡Decide!”

El chirrido de la reja al abrirse casi lo sorprendió. ¡Lo había hecho! Después de años y años de remover el puñal en la herida, había usado la llave. Extiende la mano hacia el interior de la celda haciendo un gesto que los anima a salir, a marcharse de allí, y uno a uno los observa partir.

De a uno, de a dos, hasta que no queda ninguno, y a medida que se alejan siente como pequeñas y grandes heridas empiezan a sanar. De a poco, lentamente, van cicatrizando hasta que se da cuenta que los recuerdos ya no duelen. Está sano y es libre por fin.

Mira la celda vacía y luego gira para enfrentar el túnel que transitará por última vez. Mira la llave que tiene en su mano, la guarda en el bolsillo con una sonrisa y sale, liviano, reconfortado. Ha descubierto en esa pequeña llave, en esa breve palabra, un inmenso poder que no piensa dejar de lado nunca más.

Perdonar es una decisión delante de Dios, al perdonar te liberas y liberas a la otra persona que te ofendio.

No juzguéis, y no seréis juzgados: no condenéis,  y no seréis condenados: perdonad, y seréis perdonados.  Lucas 6:37

Y cuando estuviereis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que vuestro Padre que está en los cielos os perdone también á vosotros vuestras ofensas (Parafarseado). Mateo 6:14-15

"Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores." Mateo 6:12


Fuente: HTTP://WWW.JESUSCRISTO-ELQUEAMAMIALMA.BLOGSPOT.COM/


Oración: Señor, te pido de corazón que ayudes a quienes lean esto y si están pasando por una dura prueba y tienen falta de perdón, ayúdales a que abran sus ojos y sus oidos espirituales, ayúdales a entender de corazón, para que se conviertan a Tí  y Tú los sanes y puedan tomar la decisión de perdonar, libéralos Tú Señor, en el nombre de Jesús, amén.

Esto lo escuché de algo que Dios reveló a un predicador argentino y ahora lo comparto contigo:  Cuando perdonamos le cerramos la puerta al enemigo y Dios adereza mesa para nosotros delante de nuestros angustiadores.

Canción, Tu Sangre Derramaste de Gadiel Espinoza: http://www.youtube.com/watch?v=-iUACjM81ls&NR=1

jueves, 21 de octubre de 2010

Anda mi panita ve y arregla los papeles...


El día y la hora nadie lo sabe... (Parafraseado)
Anda mi panita ve y arregla los papeles...  vamos a ponernos a cuentas con el creador... es el principal mensaje de esta canción, me gusta mucho por su forma tan colorida de exponerlo...


Haz click al enlace, escúchala y verás..: http://www.youtube.com/watch?v=uyvh8giWRbo
El bateador sin el madero no llega a grandes ligas...

miércoles, 6 de octubre de 2010

¿Qué es el legalismo?

Antes de pasar a responder esta pregunta, debo hacer algunas aclaraciones sumamente importantes, no vaya a ser que por tirar el agua sucia de la bañera, tiremos también al niño que está dentro.

1. Preocuparnos por nuestra santidad personal no es legalismo:

La Biblia enseña claramente que aquellos a quienes Dios justifica también los santifica, y que todo creyente tiene una responsabilidad personal en el avance de ese proceso de santificación en su vida.

“Así que, amados, pues que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios” (2Cor. 7:1).

“Porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis” (Rom. 8:13).

Comp. Col. 3:5ss. El NT insiste en esto una y otra vez; el creyente tiene una responsabilidad en el proceso de santificación, pero ese tampoco es mi foco de atención en esta mañana.

2. Tomar en serio la ley moral de Dios, los 10 mandamientos, como norma de vida para el cristiano, tampoco es en sí mismo legalismo:

Si bien la ley moral ya no nos condena, porque Cristo pagó por nuestros pecados, como vimos en el sermón anterior, esa ley continúa siendo la norma moral por la cual debemos guiarnos. Dios no nos ha dejado a expensas de nuestros propios criterios para distinguir el bien y el mal (comp. Rom. 13:8-10).

La ley moral de Dios no es una camisa de fuerza que nos impide ser libres, sino el camino trazado por un Dios amante para que andemos en libertad (comp. Sal. 119:44-45, 47-48; Rom. 7:22 – comp. vers. 7; Jer. 31:31-34 comp. He. 8:8-12).

3. Restringir mi propia libertad por amor a Dios y por el cuidado de mi alma, tampoco es legalismo:

Comp. 1Cor. 6:12; 9:24-27.

¿Qué es, entonces, el legalismo?
En una forma muy sencilla, podemos decir que es el intento de ganar el favor de Dios a través de nuestra obediencia; ya sea que lo hagamos tratando de obedecer los mandamientos de Dios o un conjunto de reglas inventadas por los hombres.

El punto clave del legalismo es que no descansa en la obra de Cristo para que seamos aceptados por Dios o para ser bendecidos por Él, sino en nuestra propia conformidad a un estándar de conducta previamente establecido.

Mientras el evangelio nos mueve a la obediencia por el hecho de haber sido aceptados por Dios de pura gracia, el legalismo nos dice que debemos obedecer para ser aceptados. En el evangelio la aceptación viene primero y la obediencia después; en el legalismo la obediencia viene primero para poder alcanzar la aceptación, ya sea delante de Dios, delante de la gente o delante de ti mismo.

Todo gira en torno a lo que hacemos o a lo que dejamos de hacer. “Si puedo cumplir las reglas, si puedo mantener el estándar, Dios me va a bendecir”. Eso es legalismo. Todo depende de ti: de tu obediencia, de tu esfuerzo personal, de tu compromiso, de tus méritos.

Es precisamente por eso el legalismo puede ser tan atractivo para muchas personas, porque apela al orgullo humano. “Yo soy más meritorio, porque me estoy esforzando más”.

Sin la gracia de Dios nosotros somos menos que nada. Es por eso que el evangelio resulta tan odioso al hombre natural, porque nos recuerda lo que nosotros no queremos aceptar: somos pecadores, somos impotentes, dependemos enteramente de la gracia de Dios en Cristo (Rom. 3:27-28).

¿Ven cómo Pablo contrapone aquí el evangelio con la jactancia humana? Es lo mismo que encontramos en Ef. 2:8-9. “¿Qué tengo que hacer para ser salvo?” Confiar únicamente en los méritos de Cristo. “Y ahora que soy cristiano, ¿qué debo hacer para ser bendecido por Dios?” Seguir amparándote en los méritos de Cristo.

Los evangélicos estamos claros en la primera pregunta, pero no siempre estamos tan claros en la segunda. Sabemos que fuimos salvos por gracia, pero muchas veces procuramos ser bendecidos por obras (comp. Gal. 3:1-5).

Todo beneficio que recibimos de la mano de Dios lo recibimos únicamente por los méritos de Él, no por los nuestros (Fil. 3:7-9). Es por eso que en todas sus cartas, y eso es algo que vemos claramente en su carta a los Colosenses, Pablo insiste en el uso de la frase “en Él”, “en Cristo”. Nosotros estamos completos en Él, fuimos circuncidados, vivificados, perdonados y libertados por Él.

No es por tu bondad que vas a ser bendecido, ni por tu decencia, ni por tu esfuerzo por guardar los mandamientos de Dios, y mucho menos por someterte a un conjunto de reglas inventadas por los hombres. Es únicamente por Cristo.

Y, por favor, no me mal entiendan: el cristianismo promueve un elevado estándar moral (comp. Mt. 5:20). Pero en el cristianismo la santidad es un resultado no una causa. Podemos ser santos porque hemos sido salvados. La salvación viene primero, el buen comportamiento después.

Y ese comportamiento no es meritorio. Ningún comportamiento, por bueno que sea, logrará que merezcas el favor de Dios. Es por gracia de principio a fin (comp. 1Cor. 1:30-31; 4:7).

Pastor Sugel Michelén
http://www.todopensamientocautivo.com/

¿Padece usted del síndrome del “hermano mayor”?

Este síndrome es descrito en una forma memorable en el cap. 15 del evangelio de Lucas, en la parábola comúnmente conocida como “El hijo pródigo”. Lo primero que debemos notar en este pasaje es que esta parábola fue dirigida primariamente a los escribas y fariseos, los máximos representantes del legalismo en aquellos días (comp. Lc. 15:1-3).

La historia es muy familiar. El hijo más joven de la familia pide a su padre que le de la parte de la herencia que le corresponde. El padre accede, y este joven insensato desperdicia sus bienes, hasta que se ve sumido en una gran necesidad. Pero de repente recapacita y decide volver a casa de su padre a pedirle que lo emplee como uno de sus jornaleros. El padre lo ve de lejos, corre hacia él, y antes de que el joven pueda pronunciar el discurso que ha ensayado, el padre decide hacer una fiesta por todo lo alto, en honor de su hijo que ha regresado.

Pero hay otro hijo en la historia que muchas veces pasamos por alto, a pesar de ser un personaje protagónico, el hermano mayor, el que había vivido una vida ordenada y obediente.

Cuando este hermano llega del campo y ve que se estaba celebrando una fiesta en honor a su hermano descarriado que ha regresado a casa, en vez de alegrarse se enoja profundamente. El padre sale entonces a rogarle para que entrara a la fiesta, pero él se negó rotundamente:

“He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo”.

Aquí está el síndrome del hermano mayor: “Yo he obedecido las reglas, pero no he recibido nada a cambio”. Como dice Timothy Keller, en su excelente libro The Prodigal God (“El Dios pródigo”): Aquellos que son como este hermano mayor, “creen que si viven una vida buena van a obtener a cambio una buena vida”. Ellos no obedecen a Dios por amor a Dios, sino por lo que pueden obtener de Él a cambio de su obediencia.

Si algo queda claro en esta parábola es que el hermano mayor no amaba realmente a su padre. Si lo hubiera amado se hubiera gozado con él al haber recibido a su hijo de vuelta. Pero su enojo reveló lo que había en su corazón.

Como dice T. Keller: “Al final de la historia, el hermano mayor tuvo una oportunidad de agradar verdaderamente a su padre participando de la fiesta. Pero su resentido rechazo mostró que la alegría de su padre no era su objetivo”.

Y luego añade: “Si al igual que el hermano mayor, tu procuras controlar a Dios a través de tu obediencia, entonces toda tu moralidad no es otra cosa que una manera de usar a Dios para que te de las cosas de esta vida que tu realmente quieres”.

Este otro hijo era un legalista, y el legalista cree que puede controlar a Dios: “Si hago esto o aquello, Dios hará esto y lo otro”. “Su obediencia está orientada hacia los resultados” (Keller). “Me estoy portando bien, Señor, así que espero que me trates bien”.

Pero la vida no funciona así. Y cuando las cosas no salen como el legalista esperaba, entonces se molesta profundamente por la injusticia que se ha cometido en su contra.

Esa fue la acusación del hermano mayor contra su padre. “Tú has sido injusto conmigo. Mira todo lo que he hecho en obediencia a ti, y ¿qué es lo que he recibido a cambio?” Por eso es que nunca encontraremos a un legalista feliz, como escuché a alguien decir en cierta ocasión. El legalismo produce un cristianismo sin gozo y quejumbroso.

Y la única manera en que podemos librarnos de ese síndrome, que ataca también a los cristianos, es recodar continuamente que todo lo que recibimos de la mano de Dios lo recibimos de pura gracia, y todo en virtud de los méritos de Cristo.

Mucha gente tiende a pensar que la antítesis del legalismo es el liberalismo. Por tal razón, cuando hablas en contra de uno de estos extremos, muchos presuponen que debes estar en el otro.

Sin embargo, estos dos hermanos, el menor y el mayor, representaban esos dos extremos, y los dos estaban igualmente perdidos. Esas no son las únicas dos opciones que hay.

Si queremos darle un golpe mortal al legalismo, el arma que debemos usar no es el liberalismo, sino el evangelio. Solo un entendimiento del evangelio de la gracia de Dios en Cristo puede mantener a raya el avance del legalismo en nuestros corazones y en la iglesia.

Pastor Sugel Michelén

Por favor escuche esta canción con el corazón, esto es lo que Dios hace en nuestras vidas por su inmensa gracia...: http://www.youtube.com/watch?v=6NyVSVNy3y8&feature=related