jueves, 17 de marzo de 2011

Enamorada del Dios que me creo para amarme


El propósito principal de Dios fue tener comunión con sus hijos, con su creación, los amó desde que creo los cielos y la tierra para que pudiéramos habitar en el, el plan que movió el corazón de Dios fue el amor. (Dios es amor 1 Juan 4:8 y 16).

En mi caminar le pregunté a Dios y meditaba en la Palabra y hacía introspección porque todo libro tiene un fin, todo libro tiene una enseñanza y el fin que encontré fue el AMOR. Amor a Dios y al prójimo. Dios siempre ha estado trabajando para que el ser humano le busque a El y lo vea a El y todo lo que hace tiene ese fin en particular, si hay predicas, si hay servicios, sermones, amonestaciones es para que el pueblo de Dios se arrepienta de su maldad, de su pecado, de sus ídolos y se vuelva a El, a su amor, a su primer amor y a los dichos de su boca, porque El es Santo, Santo, Santo y sin santidad nadie lo podrá ver;  Su voluntad es buena agradable y perfecta, el mundo pasa y sus deseos, pero el que hace la voluntad del Padre permanecerá para siempre (Parafraseado).

El fin es este y el plan es este: Habitar en la casa de Dios (En su presencia), mi Padre, mi sustentador, mi todo, todos los días de mi vida y cumplir el plan y el propósito para el cual El me ha formado, porque su plan es y siempre será perfecto.

Aunque no lo querramos ver así, el amor (Dios) es lo que mueve todo y contra el no hay ley, por el amor buscamos a Dios, por el amor vivimos, por el amor es que encontramos nobleza y sentido a nuestras vidas, esto no dista menos de que nos nublemos, no, pues la justicia, el deber y el amor van de la mano, se complementan, Dios es justo y también tiene sus limites y de El nadie se burla, pues todo lo que el hombre siembre eso cosechará, Dios conoce la mente y las intenciones de los corazones mejor que nosotros mismos... El nos creó...

Señor, enamórame cada día de mi vida, que seas mi todo, que pueda así destilar en  mi andar tu fragancia, tu ser, soy tuya y tu eres mío, por tu sangre vertida en la cruz del calvario, no me sueltes nunca y  no apartes nunca de mi tu mirada, guárdame en tu presencia, acúname bajo tus alas y que los dichos de tu boca y tu ley sean mi deleite y mi santificación de día y de noche y que tú amado mío, mi dueño, mi todo y mi suspiro seas mi prioridad todos los días de mi vida, porque me amaste primero y te propusiste conquistarme y lo lograste, quiero corresponderte y amarte con toda mi mente, con todas mis fuerzas, con toda mi alma, con todo mi corazón y con todo mi ser y asi servirte, Te Amo. Gracias Señor, amado mío, en el nombre de tu hijo Jesucristo, amén.

Rosa.





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