miércoles, 20 de mayo de 2009

Manténgase Firme

Cuando la vida le tome por sorpresa por Charles F. Stanley Cuando David se acercó a Siclag, era evidente que algo terrible había sucedido. Desde la distancia podía ver el humo que ascendía de la ciudad que había sido su hogar. Podemos imaginar las frenéticas preguntas que corrieron por su mente mientras cabalgaba hacia las puertas de la ciudad. ¿Qué sucedió? ¿Estará bien mi familia? ¿Quedaría alguien con vida? ¿He perdido todo y a todas las personas que amo? Mientras él y su ejército estaban ausentes, los amalecitas saquearon sus casas y les prendieron fuego. "Y se habían llevado cautivas a las mujeres y a todos los que estaban allí… Entonces David y la gente que con él estaba alzaron su voz y lloraron, hasta que les faltaron las fuerzas para llorar" (1 S 30.2, 4). Por breves instantes, estos hombres se sintieron totalmente abrumados por sus circunstancias. Sus enemigos habían atacado fuerte y repentinamente, para luego desaparecer llevándose con ellos todo lo que tenían. Cuando parecía que la situación no podía ser peor, sucedió precisamente eso. Los que estaban con David (los hombres que lo habían seguido fielmente) comenzaron a hablar de apedrearlo. David tenía una razón justificada para sentirse derrotado. Lo había perdido todo, su ejército estaba angustiado, estaba enfrentando la posibilidad de que lo mataran quienes él pensaba que eran sus amigos. Sin embargo, David no se atemorizó. Algo de tremendo valor y poder seguía intacto y firme en el corazón de David: su fe en Dios. Es posible que su valor haya mermado por un momento, pero no su esperanza en el Señor. Lo mismo puede ser verdad para cada uno de nosotros hoy. Tome la decisión correcta Cuando usted recibe una noticia preocupante, ¿se siente tentado a acobardarse? ¿O acude a Dios en oración, diciendo: "Señor, esta situación está más allá de mis capacidades. Muéstrame qué debo hacer, y guíame a través de este valle profundo. Pongo mi confianza en ti; yo sé que no me vas a fallar". Esto fue lo que David hizo. Tomó la decisión correcta: se negó a dejarse atrapar emocionalmente por sus circunstancias. Sin embargo, no creo que él negaba la gravedad de la situación. Es importante saber lo que uno está enfrentando, pero también Quién tiene el control de todas las cosas. David no dejó que su mente fuera vencida o engañada por pensamientos de derrota o de fracaso. Si nos enfocarnos en los aspectos negativos de la vida, tendremos la tentación de luchar contra el enemigo con nuestras propias fuerzas, o huir de la escena. Dios quiere que nos mantengamos firmes en nuestra fe. Tenemos que estar conscientes de que habrá desafíos en nuestro camino, pero tenemos también que aprender a verlos desde la perspectiva del Señor. Él sabe perfectamente qué va a suceder hoy, mañana y en el futuro. Por consiguiente, nuestro enfoque tiene que estar en una sola dirección, y es hacia Él. La preocupación, la duda y el temor llevan a una sola cosa: al pecado. Cada uno de éstos tiene un potencial muy grande de impedirnos que obedezcamos a Dios. Tienen la capacidad de mantenernos atrapados en nuestros pensamientos, sentimientos y deficiencias. El Señor nos exhorta a hacer dos cosas: a confiar en Él, y a andar por fe. En 1 Samuel 30, David se dejó guiar por cuatro principios que nosotros también podemos aplicar a nuestras vidas: No dejó que el temor lo abrumara. Restó importancia a las amenazas de quienes lo rodeaban. Acudió rápidamente al Señor en oración. Actuó por fe, e hizo lo que Dios le dijo que hiciera. En vez de rendirse a los pensamientos de desánimo, "David se fortaleció en el Señor su Dios" (v. 6). Él también "consultó a Jehová, diciendo: ¿Perseguiré a estos merodeadores? ¿Los podré alcanzar?" La respuesta del Señor fue inmediata: "Síguelos, porque ciertamente los alcanzarás, y de cierto librarás a los cautivos". Esas palabras era todo lo que David necesitaba escuchar; ellas representaban esperanza, guía y aliento de parte de Dios. Con esta serie de instrucciones guardadas en su corazón, salió a perseguir a sus enemigos, y obtuvo una gran victoria. Todavía recuerdo la vez que me sentía totalmente angustiado por una situación muy preocupante; no sabía qué hacer. Sin embargo, yo sabía exactamente que Dios quería que le buscara. Comencé entonces a orar y a clamar al Señor, diciéndole todo lo que yo estaba enfrentando. De repente, tres palabras se posesionaron totalmente de mi mente: "Confía en mí". Me invadió entonces una profunda sensación de paz al comprender de inmediato que todo iba a salir bien. Es que el temor y la fe no pueden estar juntos. Pero la promesa de Dios no significaba que yo iba a evitar todo dolor y sufrimiento. Las palabras que Él habló a mi corazón eran instructivas, y me recordaban que Él estaba atento a mi situación, y que Él tenía el control. El Señor nunca me ha fallado, nunca me ha olvidado, ni ha dejado de cumplir sus promesas. Me levanté y comencé mi día, no en el poder de mis fuerzas, sino en el poder de las suyas. Si captamos la verdad de que Dios tiene el control, dejaremos de dudar de su capacidad de actuar en favor nuestro, y andaremos por fe. Si creemos de verdad que nada es tan grande que Él no lo puede manejar, dejaremos de dudar de su bondad —aunque ésta se presente de una manera diferente a lo que nosotros hubiéramos querido. La verdad es que las frustraciones son, por lo general, la entrada a una bendición y a un ministerio más grandes. Esto ha sido una realidad en mi propia vida. ¿Es que me gustan el dolor y el sufrimiento? No, pero también sé que Dios ha prometido sacar bien de las dificultades que encontremos (Ro 8.28). Aprenda a vencer sus temores ¿Qué es lo primero que usted hace cuando se siente amenazado o abrumado? ¿Toma el teléfono y llama a un amigo, o se pone de rodillas y ora? Dios ha dicho: "No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia" (Is 41.10). La oración debe ser siempre la primera acción. Esto fue lo que David hizo —consultar al Señor. En segundo lugar, tome la decisión de andar por fe. Esto puede significar seguir adelante, aunque usted no sepa que ha de venir. O pudiera significar permanecer quieto delante del Señor. Dios sostiene su vida con su mano omnipotente y poderosa. Si usted se siente tentado a tener miedo, pídale a Él que hable a su corazón y le aliente en el camino que debe andar. Asimismo, hágase estas preguntas: ¿De dónde vienen estas dudas? El temor no viene de Dios (2 Ti 1.7). Aunque Él le esté alertando en cuanto a un problema potencial, el Señor quiere que usted se esfuerce y sea valiente. ¿Me ha fallado Dios alguna vez en el pasado? Dios nunca le ha abandonado, y nunca lo hará. Es posible que Él no responda sus oraciones de la manera que usted desea, pero el Señor le da siempre lo que usted necesita, lo cual es siempre lo mejor de Él. David escribió: "Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo" (Sal 23.4). ¿No ha prometido Él suplir todas mis necesidades? ¡La respuesta es sí! Pablo escribe en Filipenses: "Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús" (4.19). Él no satisfará cada uno de sus deseos, pero sí se encargará de toda necesidad verdadera. A Satanás le encanta desanimarnos. Toma cualquier dificultad y rápidamente crea en nosotros sentimientos de angustia y confusión. La manera de discernir la verdad de Dios de las mentiras del Enemigo, es por medio de la lectura de las Escrituras. Siendo un joven, David pasó años a solas con el Señor, meditando en su fidelidad y en sus preceptos. Aprendió a guardar la verdad de Dios en lo más profundo de su corazón, de modo que, cuando venían los problemas, él sabía exactamente lo que tenía que hacer: acudir al Señor en oración. Si estamos dispuestos a andar por fe, nos enfocaremos en el Señor y en el potencial que tenemos en Él, no en nuestras circunstancias. Su Palabra es lámpara a nuestros pies (Sal 119.105). Esto significa que tendremos la capacidad de discernir y separar la verdad de la mentira. Recordemos que David oró y luego esperó la respuesta de Dios. No saltó sobre su caballo y partió luego a ciegas y a toda prisa. Habrá situaciones en que la respuesta de Dios no será inmediata. El Señor probará su grado de fe viendo si usted está dispuesto a confiar en Él en los tiempos de espera. Cuando esto suceda, manténgase firme en su compromiso de hacer lo que Él quiere que usted haga. El Señor responderá si usted se pone a su disposición mediante la oración y la serenidad de corazón delante de Él. Por último, recuerde que tendremos decepciones. La tentación de ceder al desánimo será grande, pero usted tiene una alternativa. No tiene que rendirse a ellas. Hágase esta pregunta: "¿A qué le tengo miedo, que Dios no pueda manejar?" Nada es más grande que Él. Si usted cree esto, entonces no tiene ninguna razón para angustiarse por el día de mañana, o por ningún día del futuro. Por tanto, levántese, esfuércese y sea valiente en el Señor. Dígale: "Soy tu siervo, y estoy a tu disposición para todo lo que quieras que yo haga". Si decide obedecer a Dios y confiar en Él plenamente, el Señor se ocupará de todo, y a usted no le faltará nada.

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